Lima, abr. 22 (ANDINA).- Una entusiasta ovación de pie por parte de una extasiada audiencia en medio de su actuación, recibió el tenor peruano Juan Diego Florez, en la ópera de Nueva York durante su participación en la obra de Donizetti "La Fille du Regiment" ("La hija del regimiento").
Florez quien interpretó al joven enfermo de amor, logró levantar a la gente de sus asientos en el primer acto, mientras parecía navegar con facilidad a través de sus notas al cantar el aria, "Pour mon ame" ("Para mi alma"), y luego cuando cantó por segunda vez, según reseña el portal Nuevoherald.com.
No obstante, al final de la noche los aplausos fueron bastante equitativos para él y para su coestrella, la soprano francesa Natalie Dessay, quien interpretó el papel de Marie, la chica del título, con una brillante actuación.
La obra que recrea de forma actualizada la acción desde los tiempos de Napoleón hasta la Primera Guerra Mundial, fue una sensación cuando se estrenó la temporada pasada en el Convent Garden de Londres y luego cuando se presentó en Vienna. También ha sido un éxito aquí con todas las entradas de sus ocho presentaciones agotadas.
Florez, cuya agilidad y elegancia supera a los cantantes de hoy, fue sólido mientras alcanzaba un alto registro de la nota do. Cuando terminó la repetición, parecía que muy fácilmente podía hacerlo una tercera vez.
Para el segundo acto se superó a sí mismo con el aria "Pour me rapprocher de Marie" en que expresa su amor por Marie y su tristeza ante la posibilidad de perderla.
Dessay también fue una maravilla mientras revoloteaba con los soldados en el regimiento, correteando alrededor del set. En el segundo acto cuando regresa a una vida de lujos, forzada a abandonar sus pantalones y sujetadores, transmitió la infelicidad vestida con un pálido traje azul.
Uno de los momentos en que hizo estallar las risas fue cuando mostró su exasperación en una escena en la que toma una lección y se resiste a los intentos de aprender a interpretar una aria elegante, y que invariablemente siempre terminaba entonando como una canción militar.
Ambas estrellas hicieron despliegue de una encantadora química que hizo el inevitable final feliz mucho más que satisfactorio.
Florez quien interpretó al joven enfermo de amor, logró levantar a la gente de sus asientos en el primer acto, mientras parecía navegar con facilidad a través de sus notas al cantar el aria, "Pour mon ame" ("Para mi alma"), y luego cuando cantó por segunda vez, según reseña el portal Nuevoherald.com.
No obstante, al final de la noche los aplausos fueron bastante equitativos para él y para su coestrella, la soprano francesa Natalie Dessay, quien interpretó el papel de Marie, la chica del título, con una brillante actuación.
La obra que recrea de forma actualizada la acción desde los tiempos de Napoleón hasta la Primera Guerra Mundial, fue una sensación cuando se estrenó la temporada pasada en el Convent Garden de Londres y luego cuando se presentó en Vienna. También ha sido un éxito aquí con todas las entradas de sus ocho presentaciones agotadas.
Florez, cuya agilidad y elegancia supera a los cantantes de hoy, fue sólido mientras alcanzaba un alto registro de la nota do. Cuando terminó la repetición, parecía que muy fácilmente podía hacerlo una tercera vez.
Para el segundo acto se superó a sí mismo con el aria "Pour me rapprocher de Marie" en que expresa su amor por Marie y su tristeza ante la posibilidad de perderla.
Dessay también fue una maravilla mientras revoloteaba con los soldados en el regimiento, correteando alrededor del set. En el segundo acto cuando regresa a una vida de lujos, forzada a abandonar sus pantalones y sujetadores, transmitió la infelicidad vestida con un pálido traje azul.
Uno de los momentos en que hizo estallar las risas fue cuando mostró su exasperación en una escena en la que toma una lección y se resiste a los intentos de aprender a interpretar una aria elegante, y que invariablemente siempre terminaba entonando como una canción militar.
Ambas estrellas hicieron despliegue de una encantadora química que hizo el inevitable final feliz mucho más que satisfactorio.